Recibir la noticia de que alguno de nuestros colegas ha partido, inunda de tristeza a nuestra familia Liceísta, especialmente cuando se trata no sólo de un colega excepcional, sino de una persona excepcional.
Rubén Lobos Montero, Profesor de Historia y Geografía de nuestra Institución, fuiste, sin duda, un Docente notable, formador de tantas generaciones de niños y adolescentes; riguroso, exigente, incansable en buscar estrategias y prácticas pedagógicas para desarrollar en ellos un pensamiento crítico, reflexivo y autónomo. La convicción de que mientras más pequeños, mayor su potencial, te impulsó a idear y dar vida al Proyecto de creación de la Educación Básica (Séptimo y Octavo Año) y hasta el término de tu Carrera Docente jamás dejaste de trabajar con los más pequeños con gran paciencia y dedicación. Al inicio del año escolar, cuando te presentabas, los niños te miraban con curiosidad y un dejo de temor, que más tarde se transformaba en confianza y admiración por tu aspecto “irlandés”, por tu amena forma de relatar la historia y tu mente privilegiada. Algún ingenioso te llamó “Barba roja” otro “Vikingo”, apodos que se traspasaron de generación en generación y te acompañaron durante tu larga permanencia en el Liceo.
Rubén no sólo fuiste un gran Maestro, sino un colega gentil, honesto y solidario, Siempre dispuesto a impulsar proyectos en beneficio del Liceo y trabajar para concretarlos. Valorabas el trabajo en equipo y siempre fuiste generoso con tu tiempo, no te importaba quedarte fuera de horario o trabajando en enero cuando los demás estábamos de vacaciones para colaborar en los horarios o en nuevos planes de estudio. Tu preocupación no se centraba sólo en el desarrollo intelectual de los estudiantes, sino también en su salud física, por lo que, con el apoyo de tu esposa, gestionaron la instalación de una estación de enfermería permanente en el Liceo, que contaba con enfermera, nutricionista y que luego derivó en una Clínica Dental, que hasta hoy continúa funcionando.
Tu solidaridad fue el motor que te impulsó a crear la COPREA, cooperativa social y recreativa para beneficio de tus colegas. Por muchos años ejerciste el cargo de Presidente y todos esperábamos la cena y el paseo anual de fin de año, que nos permitió conocer y relacionarnos con las familias y a través de los años, ver crecer a nuestros hijos.
En la sala de Profesores invariablemente te mantuviste siempre en el mismo puesto; durante los recreos, primero dejabas sobre la mesa tu típico bolso de cuero, luego te sentabas y en silencio nos observabas con aire pensativo y un dejo de timidez. En consejos tus opiniones eran valoradas y respetadas, las emitías con convicción con ese tono de voz característico, firme, claro y armónico. Por lo mismo siempre eras requerido para la locución de Actos Académicos y Licenciaturas y jamás dejaste de acceder a ello con gentileza.
Queremos hoy expresar nuestro reconocimiento y agradecimiento por tu dedicación a la “Labor Silenciosa” y el enorme aporte que hiciste través de los años a nuestro emblemático Liceo.
Rubén, te recordamos como un hombre noble, sencillo, bondadoso y por sobre todo amante de tu familia, de tus hijos, nietas y muy especialmente de tu inseparable compañera Raquel, a quien jamás soltabas de su mano.
Los más cercanos conocimos tus sueños de jubilar e irte al campo para instalar una comunidad de adultos mayores ecológica y sustentable. Quizás lo hagas en tu refugio, en el Valle del Elqui que tanto disfrutabas o en otro espacio, con tus amigos Andrés Castro, Víctor Sáez (Pucho Loco), Hans Torres, Bazalo, Laurita Quiroz, Pepe Cocha, Marcelo Fernández y tantos otros colegas que te antecedieron y extrañamos.
Expresamos nuestras sinceras condolencias y sentimientos de consuelo a tu esposa Raquel, a tus hijos Rubén y Marcelo, a tus nietas regalonas y a tus hermanas. Lamentamos profundamente tu partida y el no haberte podido acompañar, como consecuencia de la pandemia que nos aqueja, en tu última despedida.
Octubre de 2020.