NOTA | Los sentidos del Modelo Educativo del Liceo EMG: Acompañar, Formar y Proyectar Futuro

NOTA | Los sentidos del Modelo Educativo del Liceo EMG: Acompañar, Formar y Proyectar Futuro

En momentos en que como comunidad estamos en pleno e intenso trabajo de inicio del año escolar, con procesos de planificación, adecuación y diseño de proyectos pedagógicos para el desarrollo de nuestros estudiantes, se vuelve muy necesario darnos el espacio para reflexionar sobre la compleja realidad que les afecta y que evidencia los múltiples factores carenciados que inciden directamente en las condiciones en que la educación se desarrolla en nuestra comunidad y en el país.

La realidad de vulnerabilidad que atraviesa a la mayoría de nuestros estudiantes no es solo una cifra que obliga a su revisión y reflexión, sino una realidad cuya multidimensionalidad repercute a diario en nuestras aulas, a través de distintas formas y condiciones. Tal como ha sido expresado en distintos momentos de nuestras reflexiones técnicas, la realidad de la vulnerabilidad trasciende con creces lo económico, al desplegarse en múltiples dimensiones que afectan directamente la motivación, el aprendizaje y el desarrollo integral de nuestros estudiantes. Esta complejidad nos recuerda que detrás de cada rostro hay una historia que incide profundamente en su forma de habitar el aula y de interactuar con la comunidad de aprendizaje en su conjunto.

En este contexto, el trabajo sistemático en la formación de hábitos de estudio, disciplina, respeto al otro y organización de vida se vuelve fundamental. Estas herramientas, más allá del aprendizaje académico, entregan a nuestros estudiantes estructuras que permiten afrontar de mejor manera su realidad, brindándoles recursos concretos para proyectar un futuro promisorio, incluso en medio de condiciones adversas. Así, la entrega y consolidación de estos hábitos se posiciona como una de las formas más potentes de revertir los efectos de la vulnerabilidad y de abrir nuevas posibilidades de desarrollo personal y social.

En este sentido, recordar el mensaje que Albert Camus, Premio Nobel de Literatura, dedicó a su profesor de primaria al recibir dicho reconocimiento, resulta un testimonio inmensamente ilustrativo para comprender el impacto de nuestra labor pedagógica, aportándonos una valiosa inspiración para nuestra tarea diaria de enseñar. En sus palabras, Camus no agradece el reconocimiento público, sino la mano afectuosa que su profesor le tendió cuando más lo necesitaba. El mensaje revela cómo el acto educativo, sostenido con humanidad, compromiso y convicción, tiene el poder de transformar vidas, incluso en las condiciones más adversas.

Este es, precisamente, el mismo acto que cada uno de nosotros realiza día a día en nuestra comunidad LEMG. Nuestras declaraciones institucionales (PEI y Modelo Pedagógico) tienen como ejes fundamentales la diversidad de trayectorias y los desafíos de vida de nuestros estudiantes. Los esfuerzos que hacemos en la implementación y desarrollo de metodologías activas, la flexibilidad evaluativa, la articulación con los programas de integración y convivencia, donde se promueven la empatía, la escucha activa y la contención emocional, tienen el sentido de formar pilares sólidos para una vida escolar sana y contenedora. Esta mirada de comunidad, de vínculo y de cuidado, no solo fortalece los aprendizajes, sino que tiene el objetivo de construir un entorno donde nuestros estudiantes pueden volver a confiar en sí mismos y en los otros.

El Liceo Enrique Molina Garmendia ha demostrado tener no solo competencias pedagógicas, sino también una profunda vocación y capacidad reflexiva para transformar su quehacer frente a las realidades que enfrentan. En su trabajo cotidiano se realizan los esfuerzos por consolidar el compromiso y la convicción de que la educación puede y debe ser una herramienta de justicia. Esta es, quizás, una de nuestras mayores fortalezas y que en ocasiones, por mirar muy de cerca el día a día, no la vemos con total claridad; no vemos que contamos con profesionales capaces de tender esa “mano afectuosa” de la que hablaba Camus, acompañando a cada estudiante con dedicación, generosidad y visión de futuro. Y lo hacemos también al enseñar, desde lo cotidiano, la importancia de construir rutinas, sostener compromisos, aprender a convivir y organizar la vida en torno a propósitos y metas claras, entendiendo que en esas prácticas está contenida una poderosa forma de transformación.

Así, frente a algún tipo de adversidad, no nos desalentamos ni menos rendimos. Nos organizamos, nos adaptamos y nos proyectamos. Confiamos en nuestras capacidades y en las de nuestros estudiantes. Sabemos que es posible resignificar las experiencias escolares, y que desde nuestra labor podemos ser parte de la transformación que haga que un estudiante, cual sea su realidad de adversidad, no se quede en esa condición, sino que avance, crezca y, tal vez algún día, recuerde con gratitud el impacto que tuvo su paso por esta comunidad educativa. Porque como bien lo expresó Camus, la huella de un buen profesor/a nunca desaparece: se transforma en motor de vida.

Y es precisamente esta transformación, la que deseamos ver proyectada en el futuro. Aspiramos a que, como fruto de la orientación y formación recibida, al desarrollo de herramientas personales y la experiencia vivida en el Liceo, nuestros estudiantes puedan convertirse en agentes de cambio, capaces de aportar a la mejora y transformación de la calidad de vida de nuestra sociedad, fundamentalmente en su realidad ética, científica y ciudadana. Que cada historia que aquí se construye, sea también una semilla para un porvenir más justo, humano y esperanzador.

Equipo Directivo Liceo Enrique Molina Garmendia